Sevilla viva, antes y después: Muelle de Nueva York

Si algo tiene esta ciudad es que, como en casi todas las modernizaciones, su fisionomía tiende a ser más mutable de lo que pensamos, sobre todo cuando navegamos entre hemerotecas, archivos históricos o esas típicas imágenes teñidas en sepia.

El imaginario común que se tiene de un lugar suele ser análogo al colectivo, plural e inconsciente a veces, contestatario porque necesita dejar ver lo dúctil de las metamorfosis, de los cambios y de la importancia que tienen cuando repasamos la efemérides de una vida.

Sevilla tiene muchas particularidades, eso es evidente, pero si de alguna manera queremos posicionarla dentro del peso de la historia, el río Guadalquivir como valedero inmediato de lo que ha pasado, es un perfecto alegato para volver a hablar del tiempo.

Poniendo el foco sobre un trazado muy particular de este cauce metropolitano, vemos que su imagen como puerto decadente y frenético ha dejado paso a un modelo para regocijo del ciudadano y del visitante, sobre todo si miramos a ese muelle neoyorquino.
Su denominación se debe a que el Muelle de Nueva York servía de plataforma para las líneas que partían hacia los Estados Unidos, como si se tratara de un testigo indeleble de lo que siglo atrás sucedió para tomar rumbo al océano de los descubrimientos.

Incidiendo de una manera más precisa sobre la segunda modernización del puerto, a principios del siglo XX éste sufría de una inquieta de actividad comercial y otros giros que lograron cambiar el estándar portuario, el arquetipo de embarcaciones, su ecosistema marinero y esos atuendos que parecían haber salido de una novela épica pastoril de Boccaccio.
La llegada del Plan Moliní, entre los años 1903 y 1926, dieron alas para pensar un modelo más seguro, para hacer el muelle del que hablamos, durante el año 1905, y mejorar abiertamente sus infraestructuras.
Posteriormente, el Plan Brackenbury -un ambicioso y costosísimo programa se puso en práctica entre 1927 y 1953- convirtió el río en una dársena, unieron la capital con el Aljarafe sevillano, se construyó un muro de defensa a lo largo del canal para evitar inundaciones, se crea el cerramiento de Chapina en 1948, se realiza un nuevo sistema de alcantarillado de la ciudad y se construye una esclusa en 1951.

Ahora, como registro moderno de qué y qué no, los arquitectos Antonio Barrionuevo Ferrer y Julia Molino, recuperaron con su proyecto esta parte de la ribera del río comprendida entre los puentes de San Telmo y Los Remedios, su trazado por el Paseo de Colón y La Palmera, así como la emblemática Puerta de Jerez, los Jardines del Cristina con el río y el Muelle de la Sal.

Lo mejor que puedes hacer es pasear por allí, hacer testimonio y pensar que nada es como fue, es y será.